lunes, 2 de abril de 2012

Desplumando Los Juegos del Hambre

Sinajo, uno de los símbolos de THG

ADVERTENCIA: SPOILERS.

¡Bienvenidos a los Juegos del Hambre!

O como mi mente pensaba mientras leía, "Bienvenidos al intento de conseguir que no os atragantéis con tanta palabra absurda". Porque si me he quedado con algo ha sido con hambre, pero de entender el afán y el éxito que esta novela ha conseguido. 

Sin duda mi aliciente para comenzar a leer esta saga fue su gran publicidad y el hecho de que todo el mundo hablara de ella. ¿Cómo me lo iba a perder? O mejor dicho, quería saber si era para tanto -o para tan poco-

Tanto las primeras páginas como los primeros capítulos me parecen interesantes, algo liosos, y con saltos temporales de aquí para allá un poco desproporcionados, pero con cierto toque que llega a encandilarte. 

La idea de Panem, de la dictadura del Capitolio, de la marcha atrás que supone que EEUU quede destruido -en vez de tomarlo como una oportunidad para no repetir los errores del pasado-, de la crueldad, de la crítica político-social que Katniss y Gale (¿o Suzanne Collin?) hacen que la curiosidad sobre lo que puede pasar crezca.

"No pinta ni tan mal", pensé cuando llegué a este punto. O sobre todo, cuando explican de qué va realmente "Los Juegos del Hambre". Hasta aquí, todo perfecto. Hasta la llegada al Capitolio, con todo lo que supone. Me parecía una explosión de ironía y de ideas bien manejadas y expresadas sutilmente para que mi paladar se quedara con ganas de más.

¿Pero qué pasa a partir de entonces? Que me aburro. 

Mientras avanzo devorando cada línea, cada página, intentando sentir lo que nuestra protagonista siente espero una y otra vez que algo me sorprenda, que algo no termine convirtiéndose en un cliché o que se transforme en algo que ya he tragado incluso antes de probarlo. 

Mientras los tributos se pelean en el estadio estás a la espera de que algo ocurra, de que algo te haga emocionarte o ponerte la piel de gallina, que se demuestre la verdadera crueldad y crudeza que significan los juegos. Pero nunca pasa. Nunca llega. 

Y sin embargo le dan más importancia a las incansables caminatas que Katniss se da o lo "súper-mega-chachi-divertido" que supone que ella no encuentre nada que cazar. ¿Dónde queda la acción? Se reduciría a unas pocas líneas.

Ni siquiera en el momento final en el que quedan Cato, Peeta y Katniss se logra divisar algo con sustancia. Qué casualidad que tengan que venir unos animales mutantes y no les dejen enfrentarse los unos a los otros. ¿No se supone que debería ser un momento emocionante?

¿Y ese cambio de regla? Al principio me cabreó que modificaran la ley sólo para que la "romántica parejita" pudiera salvarse, aunque mantenía la esperanza de que no fuera más que una artimaña para después lanzarles una flecha directa al corazón. Y para mi "suerte", así fue. 

¿Acaso sirvió para algo? No. El truco de las bayas me parece tan absurdo como la del insuficiente intento de parecer Romeo Y Julieta. ¿No era el Capitolio tan duro y malo? Porque a mi me parecieron de lo más blandito y manejables al dejar que ambos se salvaran, que ganaran.  ¿Qué hubiera pasado si no les detuvieran? Quizá algo interesante, para variar.

¿Y qué tipo de relación es esa? Ni me creo que ella fuera tan tonta como para no darse cuenta de que Peeta no estaba interpretando un papel como tampoco me creo de repente estuviera enamorada de Gale.

Aquí es donde encontramos otro fallo. ¡No profundiza con ninguno de los personajes! No se logra conocer a ninguno de los protagonistas, no se sabe cómo son, cómo sienten. Y Katniss es tan cambiante que me pregunto si en algún momento Collins consiguió definirla en alguna parte de su cabeza. Tampoco consigue concretar qué tipo de relación hay en este "casi-trío-amoroso", no cuestiona, no pone en duda, no hay conflicto. ¡No hay nada!

Tan solo banales pinceladas de lo que podría haber llegado a ser un bonito y caro cuadro.

¿Con qué me quedo? Con la bonita idea de lo que pudo haber sido y no fue. Con que quizá logre terminar la saga y que resurja mi atención por estos libros.

Con la idea de rebeldía y libertad.

Pero con el amargo sabor que dejan los libros del boca a boca juvenil y extraordinaria publicidad.




-Polly